The Buses of Montevideo
This special bilingual feature by Jesse Lee Kercheval is a departure for us, but we agreed with the author that for those with both languages this would be a study not so much in translation but in the dynamic of language variation and nuance that these versions of the poet’s imagination offer us. We hope you will enjoy this feature. –Kwame Dawes
The Buses of Montevideo
I love the buses of Montevideo.
Their numbers sing to me
121, 60, 182, 14
as they pass my house,
as they pick me up & carry me
like the currents of the Rio de la Plata
to new parts of the city.
I love the buses of Montevideo.
Well, not on a hot day
when I am waiting in the sun
on Calle Buenos Aires in the Cuidad Vieja
with a hundred other people
all with our eyes on three bus stops at once
& everyone asking
Does the 121 stop here? There?
& no one really knows.
Not on a rainy morning
when I stand on Avenida Brasil
& the buses are so full
they pass me by, not stopping for anyone.
Not on a cold morning
with wind from the south
when I wait & wait until I am late
& then four 121s
arrive at the same moment,
nose to tail like baby elephants.
But I love the buses
when they arrive on no timetable,
after only a short wait,
so each one is a gift,
each one is a lucky day,
then they carry me just where I want to go,
even if I did not know
I wanted to go there.
Each new bus a new city,
a new country,
each bus opening the world to me.
I love the buses of Montevideo
because each bus has its singers
playing their rickety guitars
or women selling socks
or men who smear their white shirts
with the blackest grease
to demonstrate
the amazing cleaning fluid
that removes any stain.
The old man who recites
gaucho poetry. The blind woman
who sings Carlos Gardel.
At the end, the passengers clap
& reach for change to give
these fellow workers
who pass down the aisle
nodding thanks to each of us,
then the ticket seller
& the driver as they leave the bus.
I love that each driver chooses
his own radio station, opera,
cumbia, oldies rock, soccer
when Peñarol is playing.
Love the buses in the spring
when the jacarandas are in bloom
or summer when everyone
wears t-shirts and flip-flops
& any season when the people on the bus
are the same people
I see every morning & we nod
to one another
acknowledging the start
of a new day.
I love the buses of Montevideo
I fall asleep dreaming
I am on the 121
as it swings hard onto 18 de Julio
or speeds down the Rambla
the beach outside the window.
I hold on to a pole
& we are flying.
*
Los ómnibus de Montevideo
Me encantan los ómnibus de Montevideo.
Su números cantan para mí
121, 60, 182, 14
cuando pasan por mi casa,
cuando me recogen y me llevan
como las corrientes del Río de la Plata
a nuevas partes de la ciudad.
Me encantan los ómnibus de Montevideo
pero no en un día caluroso
cuando estoy esperando al sol
en la calle Buenos Aires en la Cuidad Vieja
con cientos de personas
todos con los ojos en las tres paradas a la vez
y todo el mundo preguntando
¿El 121 para acá? ¿Allá?
y nadie lo sabe.
No en una mañana lluviosa
cuando estoy de pie en avenida Brasil
y los ómnibus están tan llenos
que pasan delante de mí, no parando para nadie.
No en una fría mañana
con viento del sur
cuando espero y espero hasta que llego tarde.
Y al fin cuatro ómnibus
llegan en el mismo momento,
unidas la nariz y la cola como los elefantes.
Pero me encantan los ómnibus
cuando llegan en qualquier horario
después de sólo una breve espera,
cada uno es un regalo,
cada uno es un día de suerte,
entonces me llevan a donde quiero ir,
aunque no sabía
que quería ir allá.
Cada nuevo ómnibus a una ciudad nueva,
un país nuevo,
cada ómnibus abriendo el mundo para mí.
Me encantan los ómnibus de Montevideo
porque cada uno tiene sus cantantes
tocando sus guitarras desvencijadas
o las mujeres vendiendo medias
o los hombres que ensucian
sus camisas blancas
con la grasa más oscura
demostrando que el increíble líquido de limpieza
quita cualquier mancha.
El viejo que recita
poesía de gauchesca. La ciega
que canta Carlos Gardel.
Al final, los pasajeros aplauden
y dan monedas a estos trabajadores
que pasan por el pasillo
asintiendo con las cabezas gracias
a cada uno de nosotros,
al guarda y al chofer
antes de bajar del ómnibus.
Me encanta que cada chofer elija
su propia estación de radio, ópera,
cumbia, oldies rock, fútbol
cuando Peñarol está jugando.
Me encantan los ómnibus en la primavera
cuando los jacarandás están en flor
o en verano cuando todo el mundo
lleva remeras y sandalias
o en cualquier estación
cuando la gente en el ómnibus es la misma
que veo todas las mañanas
y nos saludamos con la cabeza
recononciendo el comienzo
de un nuevo día.
Me encantan los ómnibus de Montevideo.
Me quedo dormida soñando
que estoy en el 121
cuando da vuelta por 18 de Julio
o va rápido por la Rambla
la playa por la ventana.
Me agarro del pasamano
y estamos volando.